Taller: Plan de Igualdad para una Comunidad Energética. Diseño paso a paso.
10:00 · viernes, 7 febrero 2025 Presencial
Lugar: Sede de la Escuela de Economía Social. Pl. la Merced, s/n. OSUNA, Sevilla
Ponente: Alicia Gutiérrez Esturillo y Elena del Moral Martínez
Reseña

Las Comunidades Energéticas (CEs) nacen para democratizar la energía, reducir emisiones y compartir beneficios de manera local. Pero si de verdad queremos que sean transformadoras, inclusivas y sostenibles en el tiempo, deben mirar de frente a las desigualdades que atraviesan nuestros barrios y organizaciones. Esta sesión—“Plan de Igualdad en CEs: diseño paso a paso”—se diseñó con una meta clara: integrar la perspectiva de género y un enfoque interseccional en la gobernanza, los procesos y la cultura de las CEs, desde el diagnóstico hasta la evaluación, con herramientas prácticas y participación real de los agentes implicados.
A lo largo de la jornada (mañana y tarde), trabajamos en dinámicas de conexión, diagnósticos participativos y un enmarque teórico-metodológico que desembocó en la planificación colaborativa de una guía para desarrollar planes de igualdad adaptados a las características y contextos de las CEs andaluzas. La sesión combinó reflexión crítica, herramientas de análisis y práctica aplicada para que cada comunidad pueda avanzar paso a paso, con objetivos alcanzables y evaluables.
Objetivos del taller
- Identificar y analizar sesgos de género en el ámbito de las renovables y la transición energética.
- Detectar barreras de género en organizaciones de la Economía Social y Solidaria (ESS).
- Conocer los elementos clave para incluir la perspectiva de género en la vida cotidiana de las CEs.
- Desarrollar, de manera participativa, los fundamentos de una guía metodológica para un Plan de Igualdad adaptado a cada CE.
- Incorporar un enfoque interseccional, atendiendo a mujeres y a colectivos históricamente infrarrepresentados (personas migrantes, con discapacidad, diversidad sexual y de género, distintas edades y clases sociales).
Estructura y metodología de la jornada
La agenda combinó momentos de activación, análisis y construcción colectiva: presentaciones, “cuchicheos que conectan” para romper el hielo, un diagnóstico de las CEs andaluzas, enmarque teórico del Plan, planificación de la guía, herramientas prácticas para la implantación y seguimiento y un tendedero de deseos para los siguientes pasos. La metodología fue participativa, con trabajo en grupos, devolución colectiva y enfoque de aprendizaje basado en la experiencia.
Cuchicheos que conectan. Abrimos preguntando por hobbies, motivaciones para asistir y experiencias cotidianas de igualdad e inclusividad. La intención: humanizar el espacio, reconocer la diversidad de trayectorias y crear un clima de confianza para hablar de poder, privilegios y cuidados—temas sensibles que requieren escucha activa y respeto.
Diagnóstico participativo de las CEs andaluzas: qué nos está pasando
El diagnóstico se organizó en tres ejes de trabajo por grupos:
Grupo 1: Principales barreras para la igualdad y la inclusividad en una CE.
- Consensos básicos: urge aclarar qué entendemos por igualdad y construir el diagnóstico entre todas las personas, evitando miradas verticales.
- Barreras económicas y de tiempo: las personas en situación de vulnerabilidad no pueden implicarse igual; priorizan su supervivencia y cuidados.
- Evitar el cierre del espacio a un perfil único: mantener criterios de apertura y diversidad.
- Objetivos realistas y procesos sostenibles: respetar tiempos y pasos pequeños, integrando la igualdad en el día a día y en el Plan Estratégico.
- Comunicación accesible: reducir tecnicismos y repensar el concepto de “energía” más allá del kWh, como tiempo, esfuerzo y cuidados que sostienen la vida.
Grupo 2: Roles según la división del trabajo (productivo, reproductivo y comunitario).
- Las CEs no están aisladas del patriarcado; reproducen sus dinámicas.
- Cuidados: suelen recaer en mujeres; los hombres asisten más a reuniones y ocupan con mayor frecuencia perfiles técnicos y con tiempo disponible (por ejemplo, jubilados).
- Socialización de género: hombres más expuestos a temas tecnológicos y a hablar; mujeres más situadas en lo comunitario, con síndrome de la impostora y mayores cargas de conciliación.
- Proceso participativo real: equilibrar aportaciones, diseñar códigos de buenas prácticas y activar un “contagio comunitario” de valores alineados con la igualdad.
Grupo 3: Niveles de participación y poder en la toma de decisiones.
- Participación ciudadana baja, aunque con algunos avances de diversidad (urbano vs. rural con diferencias).
- Riesgo de perpetuar que el perfil social sea de mujeres y el técnico de hombres.
- Toma de decisiones: tendencias individualistas; tensión entre interés individual y dinámicas grupales.
- El tejido asociativo emerge como fuente de resiliencia y motor de cambio para democratizar poder y participación.
Este diagnóstico comparte un mensaje central: sin tiempo, recursos y estructuras participativas, la igualdad se queda en discurso. La CE necesita mecanismos concretos para que las personas con menos tiempo y más cargas de cuidado participen de verdad y para que los saberes técnicos convivan, se expliquen y se cuiden desde una comunicación inclusiva.
La “Nevera Inclusiva”: apuntes prácticos para hacer posible la igualdad
Durante el enmarque teórico, las personas participantes fueron generando una “Nevera Inclusiva”—una lista viva de recomendaciones para “tener siempre a mano”:
- Comisión de Igualdad representativa, con facilitación que evite sesgos.
- Dinamización desde las OTCs/espacios técnicos: abrir participación de forma inclusiva (por ejemplo, invitar a las parejas a reuniones), revisar dónde estamos fallando y qué barreras existen para acercarse a la oficina de la CE.
- Diagnóstico dual: analizar grupos motores y quienes dinamizan (para no invisibilizar sesgos en roles de liderazgo).
- Comunicación técnica adaptada: que todas las personas puedan comprenderla; usar formatos creativos y accesibles; impartir formación y sensibilización sobre cómo comunicamos.
- Romper barreras técnicas: acceso universal y cuidado del lado humano; facilitar herramientas para quienes tienen menos práctica digital.
- Reconocer el vínculo entre pobreza energética y igualdad de género: no se pueden abordar separadas.
- Revisar limitaciones administrativas y aprender de casos reales.
Poder, rango y privilegios: aumentar la conciencia grupal
El taller introdujo el concepto de rango (A. Mindell): la suma de privilegios que confiere poder e influencia, dependiente del momento, lugar y cultura. Se invitó a autodetectar rangos altos (más oportunidades de participar, intervenciones mejor valoradas, mayor influencia) y rangos bajos (incomodidad, autocensura, dobles señales). La práctica busca poner el rango a disposición del grupo, compartir liderazgo y hacer conscientes los privilegios para redistribuir poder de manera justa.
Esta reflexión es clave para las CEs: si quienes dominan lo técnico o disponen de más tiempo ocupan de forma natural la toma de decisiones, se produce exclusión silenciosa. Identificar el rango ayuda a rediseñar espacios, tiempos y procesos para que quien menos puede hablar por carga de cuidados, por miedo o por falta de capital técnico sí tenga voz y voto.
Gobernanza y participación: de la teoría a la práctica
La sesión revisó modelos de toma de decisiones, grados de participación (como la Escalera de Sherry Arnstein), y tipos de decisiones (estratégicas, organizativas y operativas). Se subrayó la importancia de definir bien cada decisión (quién decide, con qué información, en qué plazos, con qué criterios) y crear espacios de trabajo en grupo que faciliten la participación real—no solo formal.
La clave: transparencia de procesos, rotación de funciones, canales de comunicación anónimos para recoger inquietudes, y cuidado de la cohesión emocional del grupo. Las CEs no son solo proyectos técnicos; son comunidades donde la confianza, el reconocimiento de diferencias y la gestión de conflictos sostienen el largo plazo.
Acciones y actitudes que podemos estar reproduciendo (y cómo cambiarlas)
En la indagación por grupos, emergieron autocríticas valiosas:
- Asumir realidades ajenas sin corroborarlas; mantener prejuicios y ideas preconcebidas.
- Uso de lenguaje técnico y jerga que excluye; se propuso comunicación sencilla y adaptada, con formatos diversos y creativos.
- Evitar querer “abarcarlo todo”; hacer hasta donde se llegue con calidad y cuidado.
- Diversidad en equipos como criterio no negociable; fortalecer colaboraciones entre OTCs y CEs sin generar competencia—complementarse desde fortalezas.
Respecto a aspectos clave para la igualdad, se destacó:
- Participación real y transparencia; usar siempre el término “personas” (no invisibilizar).
- Edad: incluir a menores de 30 años es difícil; pensar intergeneracionalmente y crear estrategias específicas.
- Herramientas tecnológicas accesibles; acompañamiento a personas con menor alfabetización digital.
- Diseñar el esqueleto del Plan de Igualdad, revisar contrataciones de empresas y canales de comunicación, promover rotación de funciones, y asignar una persona o equipo que cuide la participación del conjunto.
- Trabajar la gestión emocional y la cohesión grupal: conocernos para construir horizontalidad.
La guía metodológica: estructura y modelo
Como resultado práctico, se compartió una propuesta de modelo de Plan de Igualdad e Inclusividad para una CE y se invitó a adaptarlo a cada contexto: ¿qué incorporaríamos? ¿qué falta? La guía propone medidas evaluables por áreas, con prioridades, recursos, indicadores, seguimiento, revisión periódica, evaluación y calendario—todos elementos que permiten que el Plan no se quede en una declaración, sino se viva en la CE.
Descarga aquí el modelo de Plan de Igualdad e Inclusividad de la OSCE (OTC de Cooperase S.Coop.And)

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